Cabello de atardecer

Es curioso pensar que cuando cierro los ojos es cuando te veo.
Sonrisa alegre, mirada de niña y sobre todo, cabello de atardecer.
Te imagino, como no, junto al mar.
Con la vista fija en ningún lugar, pero lejana, eso sí.
Inmóvil y callada, como una estatua de sal, aparentemente sin vida.
Pero llena de ella, de la vida más codiciada: la que vive en el corazón.
Me acerco a ti y contemplo tu rostro.
Tus cabellos, agitados por la brisa me hacen dudar.
¿Son los rayos del Sol que tiñen tus rizos de rojo atardecer?
¿O es quizás el crepúsculo que se nutre del fuego de tu pelo para pintar el final del día?
Y tus ojos, como siempre, delatan todo el universo que vive dentro de ti.
El mundo que tú eres.
Ese mundo que me gusta contemplar y que a menudo me enseñas.
Un lugar que me hace evocar tan solo cosas buenas, y donde los malos pensamientos ni siquiera se atreven a asomar porque saben que no hay sitio para ellos.
Cabello de atardecer te llamé un día.
Porque sin duda me inspiras lo mismo que el Sol cuando se marcha:
La bondad, la esperanza y la alegría de vivir.

Autor : Joan Moret

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